Hacer del feminismo una conciencia y una práctica viva es un elemento central de nuestras izquierdas, uno de los ejes centrales de nuestra acción política.
En nuestro continente los feminismos han desafiado poderes establecidos, inquietando a sectores conservadores que hoy se configuran como fuerzas políticas relevantes en diversos países a través de discursos del miedo y la manipulación mediática.
Ante la contraofensiva reaccionaria, los feminismos son una fuerza constituyente, que resiste los fascismos y los mandatos disciplinarios desde un internacionalismo que comparte una voz y una fuerza transformadora radical por un mundo más justo.
Es necesario que las izquierdas políticas y sociales, que aún no han dimensionado la potencia feminista, interpelen sus prácticas individuales y colectivas, sus prácticas políticas y relacionales, sus narrativas y relatos desde las demandas urgentes del feminismo.