El futuro del Mercosur

El sistema internacional atraviesa una etapa de transición en varias dimensiones. La pandemia de COVID-19 aceleró las tendencias globales de transición y cambio del sistema internacional. Las derechas, en Europa y en América, han impugnado y deslegitimado el sistema multilateral y su agenda global. A su vez, las expresiones exacerbadas de nacionalismo no solo económico, también político, xenofóbico y securitizador de estas fuerzas políticas tienen una correlación directa con el fenómeno de la desintegración regional. 

La salida del Reino Unido de la Unión Europea (Brexit), la propuesta de construcción de un muro en la frontera con México de Donald Trump en EUA, las restricciones fronterizas a los y las venezolanas en el Brasil de Jair Bolsonaro o la campaña de odio contra colectivos LGBT del gobierno de Erdogan en Turquía, son expresión de ello. 

Si lo opuesto a la integración es la fragmentación, debemos entender que el nacionalismo atenta contra el fenómeno multidimensional de la integración regional, facilitando el proceso de restauración neoconservadora. En este marco, la propuesta de la “apertura y flexibilización”, presentada por los gobiernos de Brasil y Uruguay en la cumbre extraordinaria del Mercosur el 26 de abril genera preocupación.

La discusión instalada en los ámbitos oficiales de MERCOSUR para la ruptura de los acuerdos fundacionales de creación del espacio económico integrado tendrá impactos amplios en diversos aspectos del futuro de la región: las dinámicas de inserción internacional, las trayectorias de desarrollo productivo y sus impactos en términos de empleo, justicia social y ambiental. 

Para entender qué significa la renuncia a construir políticas regionales comunes en aspectos claves para el fortalecimiento de nuestras democracias y con la convicción de la necesidad de recuperar y renovar la discusión política regional sobre el presente y futuro de la integración regional, la Fundación Friedrich Ebert, en el marco de su Proyecto Regional Toma Partido, realizó un encuentro entre representantes de partidos políticos de izquierda y progresistas y representantes de organizaciones sindicales y sociales con iniciativa de incidencia en la agenda de la integración regional. 

«Sin integración, no habrá salida de la crisis», los procesos regionales deben tener como principios rectores el desarrollo económico-productivo, y la consolidación y fortalecimiento de la democracia como un bien público regional.

Por eso, ¡es momento de tomar partido por la integración!